A pesar de que los lápices tienen una caja de destino, para mantener el orden, suelen aparecer en los lugares más inesperados. Así q con la idea de aportar al orden y hacer además una actividad de reciclaje, que dejara algo más en los niños, aprovechamos una lata que estaba para la basura.
Con un tarro de café hicimos este alegre portalápiz. Lo delineamos con pintura de volumen para tela, y al secar pintamos con pintura para vidrio. A mi enanín le encantó.
Los lápices siguen en los lugares más inesperados, pero ahora se pasea con su tarro y sus plumones.